Mucha gente piensa que los chicos que entrenan artes marciales se vuelven violentos e irrespetuosos, sin embargo, muchas veces son más tranquilos y disciplinados que la mayoría de los niños que no practican ningún deporte. La labor que tienen los maestros que están a cargo de los niños es muy importante y hasta muchas veces transcendental, puesto que no sólo se trata de enseñarles habilidades técnicas para defenderse, o cómo ser buenos competidores para ganar trofeos o medallas, sino crear una base sólida que les ayude a enfrentar la vida de diferentes maneras, a crecer con responsabilidad y fomentar una autodisciplina que les servirá para su conducta diaria. Si a un niño se le motiva constantemente y se le corrige sus errores, sin duda apreciará más a su maestro o instructor, porque se dará cuenta que sí le importa su educación y su progreso. Cuando un infante se siente amado o apreciado, su desempeño mejora y por ende los resultados son sobresalientes.
Todos alguna vez en la vida hemos experimentado miedo, odio e ira. Estos “demonios internos” frenan el avance de los niños en su camino marcial, pero es aquí donde el papel del maestro entra en juego...